Un saludo muy afectuoso a todos y todas. Muy especialmente a los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, del Coro Sinfónico de la 鶹 a los Directores Maximiano Valdés y Juan Pablo Villarroel y a todos quienes nos acompañan en esta ocasión memorable.
Hemos estado felices de recibirles en estos conciertos inaugurales que con seguridad ninguno de los presentes olvidaremos, sabiendo que vivimos un hito histórico, “el inicio de una nueva era para la música sinfónica nacional” como lo expresó tan bellamente en su crítica de hoy Juan Antonio Muñoz.
Su voz se suma a las múltiples expresiones de alegría y esperanza por este sueño logrado que tiene sus cimientos en el esfuerzo de la 鶹 de la 鶹, pero también en ustedes que siempre nos alentaron a cumplir la promesa. Así esta nueva Sala es respuesta a su fidelidad de acompañar durante años a la Orquesta, el Banch, el Coro y la Camerata, principalmente en el Teatro de la 鶹, pero también en diversos escenarios a lo largo del país. Ustedes son por ello parte fundamental de esta historia.
Entendemos la Gran Sala Sinfónica como un homenaje al valor de lo público en su sentido más amplio y profundo, de modo que en ella encuentre hogar el espíritu de nuestros músicos nacionales.
Han transcurrido 85 años desde que se creara por ley el Instituto de Extensión Musical al que se encomendó la responsabilidad de formar y mantener una Orquesta Sinfónica y 84 años desde el primer concierto oficial de la Orquesta Sinfónica de Chile, realizado el 7 de enero de 1941 en el Teatro Municipal de Santiago, bajo la dirección de su primer director titular, el maestro Armando Carvajal.
Este hito fundacional fue posible gracias al impulso de los maestros Domingo Santa Cruz y Armando Carvajal, así como del rector Juvenal Hernández, quien fuera rector durante 20 años y un visionario impulsor de la extensión artística en la 鶹, en la música, las artes escénicas, las artes visuales y las artes populares. Una parte muy importante de la institucionalidad cultural de Chile fue creada en ese periodo.
De esta manera honramos la visión de una nación que dio luz a conjuntos musicales capaces de conectar a Chile con una tradición creativa universal, a través de la cual intérpretes y creadores continúan nutriendo el alma nacional.
El camino no ha sido fácil y nunca lo fue, pero nuestra Universidad entiende que la superación de las dificultades enriquece y fortalece a la institución. Durante la construcción supimos sobreponernos a las dificultades que representaron el estallido y la pandemia, pero también de darles sentido. Es así como, este edificio es futuro, pero es también memoria.
El más grande de los dolores ha sido la partida de nuestro querido maestro Rodolfo Saglimbeni cuyo espíritu noble nos supo conducir en tiempos difíciles con sabiduría y bondad. Perderlo, cuando el sueño se hace realidad, ha sido una dura prueba para todos nosotros. Honraremos su memoria como él lo habría querido, trabajando con rigor, pero también con humanidad y procurando - como él lo expresó - “hacer felices a los demás”. También llenando este espacio de jóvenes, volviéndolo un centro de educación musical, vinculándolo estrechamente a la Facultad de Artes, a sus estudiantes y profesores, y a los niños y niñas de nuestras escuelas.
Expresamos nuestro profundo agradecimiento al Maestro Maximiano Valdés por su dirección en estos conciertos inaugurales. El Maestro Saglimbeni siempre le profesó una especial admiración y afecto.
Cuando el rector Juvenal Hernández dejó su rectoría - el año 1953 - escribió un bello texto en el cual expresaba que para él “lo realizado en la música y por la música nacional” representaba una de sus “ satisfacciones más hondas” uno de sus “ orgullos más legítimos”. Y también encomendaba a sus sucesores el “íntimo deseo de que esta fibra, la más sensible y delicada de nuestras actividades universitarias, sea atendida y cuidada como se merece (…) porque esta delicada, pero llena de vida, fibra de nuestro ser universitario es a la vez una de las más puras y entrañables del alma nacional”.
Pienso que es legítimo expresar al admirado rector que no le hemos fallado.
Esperamos que todos y todas ustedes sientan -a partir de hoy- que esta Sala les pertenece, porque serán ustedes – el público - quienes en definitiva le transmitirán su espíritu y le darán su carácter e identidad.
Muchas gracias.