En su editorial para la edición N°35, Pilar Barba, vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la 鶹, comenta que el movimiento es un concepto central para pensar los tiempos actuales. No se trata solo de desplazamientos físicos, sino también de “una fuerza que transforma, sacude y a veces conmueve”.
A partir de esta idea, la vicerrectora Barba invita a reflexionar sobre el movimiento en sus distintas dimensiones, desde las migraciones humanas y ecológicas hasta los movimientos sociales que han marcado la historia reciente de Chile, pasando por los eventos sísmicos y las expresiones artísticas que remecen el campo cultural. En su texto también destaca la ilustración de portada de la revista, creada por Vicente Reyes, que “nos habla de horizontes que se mueven y de seres humanos que se desplazan”.
Además, hace una advertencia: frente a la creciente retórica antiintelectual que avanza desde sectores conservadores, las universidades deben reafirmarse como espacios de resistencia, diálogo y cooperación. En ese sentido, destaca con orgullo la participación de la 鶹 en FILUNI –la Feria del Libro de las Universidades y Universitarios de la UNAM– como un gesto concreto de intercambio intelectual latinoamericano y defensa del saber compartido.
En esa misma línea, el reportaje realizado por José Nuñez analiza cómo, en la actualidad, la ultraderecha del mundo está institucionalizando discursos anticientíficos que debilitan la confianza en el conocimiento experto. “Como resultado, la sociedad está cada vez más expuesta a la desinformación, las noticias falsas y las teorías conspirativas, pero también menos preparada para enfrentar crisis globales como la pandemia o el cambio climático”, escribe.
Una universidad del futuro
La cuarta columna, titulada “La universidad del futuro”, redactada por la prorrectora de la 鶹, Alejandra Mizala, hace un llamado a repensar la educación superior en tiempos de incertidumbre. “Las universidades están llamadas a reafirmar su compromiso público […] sin renunciar a la excelencia ni a su vocación transformadora”. Mizala propone una agenda ambiciosa: equidad, digitalización y una mayor vinculación con la sociedad.
La soberanía como término colectivo
En una entrevista realizada por Evelyn Erlij y Denisse Espinoza, el historiador Gabriel Salazar cuestiona la democracia representativa y reivindica las asambleas ciudadanas bajo la premisa: “La soberanía es colectiva o no existe”.
Consultado sobre el auge de la ultraderecha en Chile en el contexto de las elecciones presidenciales, Salazar señala que el voto en la democracia vale poco, pues es “individual”. “Si no se cambia el sistema y se insiste en que no hay otro, la gente ejerce lo que los sociólogos llaman el “voto mutante”: vamos a votar por este, de acuerdo a las promesas que hizo, y si no resulta, votamos por el otro”, explicó.
De aquí no me muevo
La columna de Andrea Palet tiene un objetivo claro: desafiar el culto a la productividad y el movimiento constante. La editora, académica y traductora reivindica la quietud como espacio fértil para la imaginación y la inteligencia. “El culto a la acción, el prestigio del zangoloteo y del desplazamiento tienen múltiples orígenes, desde la invención del turismo a la ansiedad posmoderna y el temor a la muerte –la quietud definitiva–”, explica.
La autora señala además que esta mentalidad es propia del capitalismo, que “no se entiende sin la expansión permanente y su poderoso brazo psicológico, la pulsión por la novedad. Y comenta que la inmovilidad se asocia a la “enfermedad y el fin de la vida” así como al “estupor, a la cobardía y a la conformidad” De esta forma, se crea una nueva necesidad de moverse.
Incomodar: museos y disidencias
El ensayo del jefe de Curaduría del Museo Chileno de Arte Precolombino, Felipe Armstrong, explora cómo los museos pueden convertirse en espacios disruptivos que incomoden las narrativas oficiales y visibilicen las disidencias sexuales, de género y culturales.
Inspirado en la teoría queer, el autor propone que el cambio y la entropía sean el centro de la curaduría, no el orden o la estabilidad. “¿De qué manera los museos pueden volverse espacios para reflexionar en torno a las taxonomías? ¿Es un oxímoron una posibilidad?”, se pregunta Armstrong.
En esa misma línea, el autor propone que los museos no solo pueden, sino que deben ser un “lugar donde la incomodidad se vuelva fértil, porque si hay algo que las disidencias sexuales y de género han enseñado, es que los cuerpos, los afectos y los saberes no siempre encajan en las casillas establecidas”.