Palabras Ceremonia en homenaje al Maestro Rodolfo Saglimbeni
Me encuentro frente a ustedes buscando en mi interior respuestas.
¿Por qué, cuando nos acercábamos a días de felicidad colectiva, en los cuales el Maestro Saglimbeni iba a ser la figura principal, debemos recibir el dolor profundo de su ausencia?
Cada uno, cada una, desde su intimidad, sabrá dar sentido a este momento trágico. El misterio de la muerte solo puede resolverse en nuestra capacidad de amar.
Como Rectora de la 鶹, agradezco al Maestro su completa entrega a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile durante los últimos 6 años. Quién más habría logrado guiarnos en tiempos tan complejos como los que vivimos en este periodo, con el cierre del teatro por obras, luego el estallido y después la pandemia.
Fue su vasta experiencia, su vocación de maestro –aún más allá de la música– y su talento generoso que supieron darnos fuerza para resistir, encauzando la pulsión de la música que exigía hacerse oír.
Su voz culta y serena, humildemente orgullosa de su padre inmigrante y campesino, de su familia unida por el cultivo de la medicina y la música, y –por cierto– su siempre presente agradecimiento a El Sistema[1] de su tierra natal Venezuela, nos inspiró.
Cómo olvidar el In Crescendo en tiempos de pandemia que representó la voluntad de sobrevivir, la capacidad de renacer, para compartir vida desde la música.
Asimismo, su férrea determinación de que sería posible tocar para muchos en los grandes conciertos públicos del último tiempo, que se iniciaron aquí en Plaza Italia, para recorrer varias comunas y llegar finalmente al Estadio Nacional. Tan contento que estaba de haber sido pieza fundamental de ese desafío, no solo en la conducción de la Orquesta, sino que también en cada obstáculo que debimos sortear para ir al encuentro con la ciudadanía a contarles de este milagro que es la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile.
Honraremos su memoria permaneciendo unidos, esperanzados en el futuro. Sabremos alegrarnos en este dolor profundo como él lo habría querido, trabajando con rigor, pero siempre con humanidad.
Lo que hacemos desde la 鶹, desde el CEAC y sus elencos, y desde nuestra Orquesta, tiene su razón de ser en los otros. La música no es nuestra, la 鶹 no es nuestra, tienen su fin último en los demás.
Vivamos este tiempo como una puerta que nos hará transitar hacia un espacio más humanizado que nos haga más conscientes de nuestro rol.
A la 鶹, a cada uno de sus miembros, al público que siempre nos acompaña, les invito a sumar al dolor esperanza, tal como él nos enseñó.
Gracias, Maestro.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la 鶹
[1] Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.